Desde esta perspectiva, la ICDE debe entenderse como una infraestructura crítica, equiparable a sectores como energía, conectividad o transporte, cuyo funcionamiento requiere estabilidad institucional, soporte presupuestal continuo y mecanismos diversificados de financiación.

En este marco conceptual y normativo, surge la importancia de analizar el modelo financiero de la ICDE, pues de él depende la capacidad del país para sostener plataformas, actualizar datos, fomentar la interoperabilidad y consolidar el uso de información geoespacial en políticas de desarrollo, gestión del riesgo, transición energética y ordenamiento territorial entre otros proyectos prioritarios de país. Por ello, el propósito de artículo es contextualizar la relevancia del modelo financiero dentro del PEIGN y el marco IGIF de Naciones Unidas, estableciendo las bases conceptuales que justifican el análisis desarrollado en el artículo “Modelo Financiero de la ICDE: Retos y Oportunidades”, orientado a examinar las condiciones, desafíos y potencialidades que definirán la sostenibilidad del ecosistema geoespacial colombiano en los próximos años.

Desarrollo

La dinámica del ecosistema geoespacial y el valor estratégico del financiamiento geoespacial

El IGIF reconoce que la sostenibilidad financiera es indispensable para garantizar la continuidad y el impacto de las Infraestructuras de Datos Espaciales (IDE), indicando que “la gestión integrada y sostenible de la información geoespacial requiere gobernanza financiera, planificación, gestión e inversión” . Esta visión posiciona la financiación no como un componente administrativo, sino como un habilitador estructural que determina la capacidad de una IDE para sostener plataformas, actualizar datos y fortalecer capacidades. En este sentido, la ICDE se consolida como un bien público que genera beneficios equiparables a servicios esenciales como la seguridad o la salud pública, argumento relevante para legitimar inversiones recurrentes y plurianuales.

El ecosistema geoespacial colombiano está conformado por actores públicos, privados, académicos y territoriales que producen, administran, consumen y distribuyen información espacial. En este entramado participan entidades sectoriales, autoridades técnicas, gobiernos locales, instituciones educativas, empresas proveedoras de tecnología y usuarios que requieren datos para procesos de planificación, ambiente, riesgo, infraestructura y análisis territorial entre otros usos. Esta estructura multiactor exige mecanismos de coordinación, interoperabilidad y estandarización que permitan integrar datos heterogéneos bajo criterios técnicos comunes.

En los últimos años, la ICDE ha fortalecido su arquitectura técnica mediante la consolidación de lineamientos de estandarización, la estabilización progresiva de plataformas, la ampliación de servicios interoperables y la formalización de procesos en gestión de metadatos, catálogos y gobernanza de datos. Estos avances se explican en buena medida por la articulación institucional y por el acompañamiento administrativo, financiero, técnico y operativo sostenido desde el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC ) a través de la Dirección de Tecnologías de la Información y su Subdirección de Información.

Así, el modelo financiero de ICDE se configura como un instrumento clave para traducir las necesidades técnicas y operativas del ecosistema en categorías de inversión, ciclos de actualización, requerimientos de capacidades y costos de sostenibilidad. No se trata de un mecanismo contable, sino de una arquitectura que sostiene la evolución del ecosistema y permite que los avances se mantengan y escalen de manera coherente con estándares internacionales.

Lecciones internacionales: modelos híbridos y financiamiento diversificado

Las experiencias comparadas muestran que las infraestructuras de Datos Espaciales (IDE) consolidadas, operan bajo modelos financieros mixtos que combinan diversas fuentes de sostenibilidad. En Europa, la implementación de INSPIRE ha sido posible mediante su integración con programas de investigación e innovación —como Horizon Europe — que permiten canalizar financiamiento indirecto orientado a estándares, interoperabilidad y modernización tecnológica. En Estados Unidos, la NSDI articula pequeños fondos semilla provenientes de programas competitivos con aportes sectoriales provenientes de agencias federales encargadas de datos estratégicos, entre ellas aquellas involucradas en la gestión del Marine Cadastre , que participan en la sostenibilidad del ecosistema marino-geoespacial. En América Latina, diversas iniciativas nacionales, incluida la experiencia de IDE Chile , han logrado fortalecer su infraestructura geoespacial gracias a cooperación técnica del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y su articulación con agendas digitales y climáticas de largo plazo, lo que demuestra que los marcos regionales suelen apoyarse en fuentes complementarias distribuidas en varios sectores del Estado.

Estas experiencias respaldan uno de los principios centrales del IGIF, según el cual los modelos híbridos —que integran financiamiento público, aportes sectoriales, cooperación internacional, esquemas de recuperación de costos y servicios de valor agregado— constituyen la vía más común y sostenible para el funcionamiento de las IDE modernas. Este enfoque sitúa la sostenibilidad como una responsabilidad compartida del ecosistema, donde cada actor contribuye de acuerdo con su rol en la producción, mantenimiento y uso de la información geoespacial.

Madurez del ecosistema: brechas técnicas y condiciones que exigen financiamiento

El nivel de madurez del ecosistema geoespacial nacional puede considerarse intermedio: cuenta con plataformas activas, servicios interoperables, lineamientos técnicos funcionales y actores articulados; sin embargo, se identifican elementos que aún deben optimizarse para asegurar una evolución sostenible en el tiempo. Entre ellas se destacan la necesidad de fortalecer capacidades técnicas permanentes, asegurar la actualización cíclica de datos, consolidar interoperabilidad avanzada y garantizar continuidad operativa de servicios críticos. Estas brechas generan desafíos adicionales para los actores responsables de producir y utilizar información geoespacial que requieren datos actualizados, metadatos completos, plataformas estables y servicios confiables para la toma de decisiones. La dependencia de inversiones coyunturales o anuales puede limitar la capacidad para renovar tecnología, sostener procesos técnicos y mantener capacidades especializadas. Las infraestructuras geoespaciales consolidadas —y los marcos internacionales que las orientan— coinciden en que los costos de ciclo de vida son recurrentes y requieren previsión multianual: infraestructura tecnológica, mantenimiento, estándares, actualizaciones, seguridad, monitoreo y talento especializado. En consecuencia, el modelo financiero debe ser capaz de anticipar estas cargas y de incorporar escenarios futuros que reduzcan vulnerabilidad operativa. En estudios realizados por la autora, se identifican brechas compartidas con otros países que implementan el IGIF. La primera es la dificultad para vincularse a opciones de inversión pertinentes: aunque existen alternativas, el desafío radica en conectar necesidades reales con oportunidades de financiación . Una segunda brecha es la baja desagregación presupuestal, que dificulta identificar con precisión los costos de los procesos geoespaciales y condiciona la planificación sostenible de estas operaciones. Otra brecha relevante es la falta de metodologías para cuantificar el valor económico de la información geoespacial, ya que “no existe una metodología comúnmente aceptada para su cuantificación ”. Estas limitaciones dificultan la construcción de indicadores sólidos de retorno de inversión, esenciales para sustentar solicitudes de financiamiento ante tomadores de decisión.

Oportunidades para fortalecer el modelo financiero de la ICDE

El análisis del modelo financiero revela un conjunto significativo de oportunidades que pueden aprovecharse para fortalecer la sostenibilidad de la ICDE en el corto, mediano y largo plazo a través de las 9 Vías Estratégicas del PEIGN. En primera instancia, el Integrated Geospatial Information Framework (IGIF) destaca que los países en etapas intermedias de consolidación pueden avanzar mediante la adopción progresiva de esquemas de financiamiento implementados por naciones con estructuras institucionales y niveles de madurez similares, lo que constituye “un punto de partida práctico” para acelerar la curva de aprendizaje. Esta orientación abre la puerta a la utilización de modelos híbridos de financiación, integración con políticas sectoriales y esquemas de cofinanciación que ya han probado su eficacia en contextos comparables.

Otra oportunidad estratégica se encuentra en la comunicación del valor geoespacial. De acuerdo con el IGIF, los líderes políticos y directivos de alto nivel requieren comprender de manera clara cómo los datos espaciales contribuyen al logro de objetivos de Estado en áreas como ordenamiento territorial, gestión del riesgo, transición energética, seguridad, movilidad o desarrollo rural. La capacidad de traducir beneficios técnicos en argumentos de valor público permite generar alianzas institucionales, fortalecer respaldos presupuestales y movilizar recursos adicionales en ciclos multianuales. En esta línea, la ICDE cuenta con una ventaja adicional: el respaldo consistente del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), que a través de la Dirección de Tecnologías de la Información y la Subdirección de Información ha reconocido la relevancia estratégica de la infraestructura y ha acompañado su consolidación mediante capacidades administrativas, técnicas y presupuestales. Este apoyo refleja un convencimiento institucional sobre la importancia de la ICDE como habilitador del desarrollo nacional.

La planificación presupuestal nacional también constituye una oportunidad estructural. En los sistemas de inversión pública, las prioridades geoespaciales pueden integrarse dentro de programas transversales de digitalización, información para el desarrollo territorial, transformación tecnológica del Estado o fortalecimiento de capacidades sectoriales. Esto permite que la ICDE no dependa únicamente de asignaciones anuales, sino que pueda alinearse con agendas de mediano plazo, incrementando la estabilidad de financiamiento y la previsibilidad de inversiones necesarias para ciclos de datos, mantenimiento de plataformas, interoperabilidad y modernización tecnológica.

Finalmente, el ecosistema geoespacial colombiano presenta condiciones propicias para avanzar hacia enfoques multiactor. El IGIF señala que la sostenibilidad financiera puede expandirse mediante esquemas colaborativos que involucren sector privado, academia, entidades territoriales, organismos internacionales y ciudadanía organizada, promoviendo modelos de cooperación técnica, alianzas de innovación, financiamiento compartido y desarrollo conjunto de servicios . La ICDE, al articular comunidades temáticas, redes de actores sectoriales y espacios de gobernanza colaborativa, se encuentra en una posición adecuada para movilizar estos aportes y diversificar su base de apoyo financiero, técnico y operativo a la luz de su propio Plan Estratégico de Información Geográfica Nacional (PEIGN) y su equivalente internacional, el IGIF de UN-GGIM.

Conclusiones

El análisis del modelo financiero de la ICDE permite comprender que su sostenibilidad no es únicamente un asunto presupuestal, sino el resultado de una construcción colectiva que involucra capacidades técnicas, visión estratégica y compromiso institucional. La ICDE ha logrado avances que evidencian un proceso de maduración creciente: consolidación de lineamientos de estandarización, estabilización de plataformas, fortalecimiento del marco de gobernanza y articulación con los objetivos del PEIGN. Estos logros confirman que el país cuenta con una infraestructura geoespacial en evolución, capaz de responder a desafíos complejos y de generar valor público en múltiples sectores.

A pesar de las brechas identificadas —como la necesidad de mayor granularidad presupuestal, la vinculación estratégica a oportunidades de inversión y la ausencia de metodologías consolidadas para estimar el valor económico de la información geoespacial—, los resultados muestran que estas limitaciones no representan obstáculos estructurales, sino áreas de mejora que pueden abordarse mediante acciones progresivas y coordinadas. La evidencia indica que la ICDE posee fortalezas sustantivas para avanzar: un ecosistema geoespacial activo, una comunidad técnica con experiencia, un marco de planificación consolidado en el PEIGN y una orientación internacional clara proporcionada por el IGIF.

Asimismo, el respaldo institucional del IGAC a través de la Subdirección de Información demuestra que existe un reconocimiento explícito del papel estratégico de la ICDE dentro del Estado. Este apoyo, más que un componente administrativo, constituye una señal de confianza en la capacidad de la infraestructura para generar impacto social, económico y territorial. La convergencia entre visión técnica y voluntad institucional abre un horizonte favorable para la construcción de un modelo financiero que no solo cubra costos operativos, sino que impulse innovación, colaboración y crecimiento.

En conjunto, los hallazgos permiten concluir que la ICDE se encuentra en un punto de oportunidad: ha superado las etapas iniciales de construcción y se proyecta hacia un modelo de sostenibilidad basado en madurez institucional, integración multisectorial y adopción de referentes internacionales. La clave para su evolución radicará en consolidar mecanismos de financiación estables, fortalecer capacidades permanentes, comunicar con claridad el valor geoespacial y expandir alianzas estratégicas. Si estas condiciones se articulan adecuadamente, el país podrá contar con una infraestructura geoespacial robusta, resiliente y plenamente alineada con las necesidades del desarrollo nacional y los estándares globales de gestión de información espacial.